Historia y Origen
La Cabernet Franc es la uva madre que, según análisis de ADN, dio origen a las uvas Cabernet Sauvignon y Merlot. Originaria de Francia, específicamente del Valle del Loira y Burdeos, esta variedad se utilizaba tradicionalmente para dar suavidad y elegancia a vinos más tánicos y robustos. A mediados de la década del 2000, las bodegas argentinas comenzaron a experimentar con este varietal, desarrollando un carácter único que hoy merece ser explorado y apreciado.
Características y Diferencias con la Cabernet Sauvignon
La Cabernet Franc es una cepa de maduración temprana. Sus racimos son de tamaño pequeño a mediano, y más sueltos. Las bayas son ligeramente más grandes, de piel más fina y de un azul muy oscuro. Dependiendo del clima, produce vinos más ligeros, con taninos suaves y una acidez natural elevada. A diferencia de la Cabernet Sauvignon, que se traduce en vinos de mayor concentración tánica y estructura, la Cabernet Franc ofrece una estructura más untuosa, sedosa y elegante.
Evolución en Argentina
Hace unos 20 años, los vinos de Cabernet Franc eran principalmente usados para cortes con Cabernet Sauvignon y Merlot, aportando elegancia, complejidad aromática y suavizando taninos. Con el tiempo, las bodegas argentinas lograron varietales puros que combinan prácticas en el viñedo y técnicas de elaboración, produciendo vinos con aromas complejos, elegantes en el paladar y con un largo final.
Estilos de Vinos y Notas Aromáticas
En Argentina, este varietal se destaca por sus características organolépticas, especialmente en zonas de clima frío y con mayor amplitud térmica. Los descriptores incluyen hierbas aromáticas como menta y albahaca, grosellas y frutos del bosque, así como notas herbáceas y especiadas como pimiento verde, ají, hoja de tomate, pimienta negra y flores violetas. En regiones más calurosas, suele presentar un perfil terroso marcado.
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